Una serie de baladronadas proferidas por Pirgopolinices, "el soldado fanfarrón" que da título a esta comedia. Le acompaña camino del foro Artotrogo, su parásico, que le adula a cada instante.
Palestrión, esclavo de Pleusicles, joven ateniense enamorado de Filocomasia, raptada por el militar, expone con todo detalle la situación creada: "Esta comedia tiene en griego el título de "Alazón"; nosotros, en latín, la titulamos "Gloriosus" (El fanfarrón). Esta ciudad es Éfeso; el militar es mi amo,... un fanfarrón, un desvergonzado, un tipo asqueroso, que rezuma perjurio y adulterio. Presume de que lo acosan todas las mujeres, pero por dondequiera que va, hace el ridículo ante todas ellas...
Periplectómeno, el vecino jovial y comprensivo, tras ordenar a sus esclavos que impidan que desde la casa contigua vean lo que pasa dentro de la suya, dice a Palestrión: "Todo se ha descubierto... hace un momento uno de vuestros esclavos ha estado viendo, desde el tejado, a Filocomasia besándose con mi huésped". Palestrión entoces toma precauciones: "Pero, ¿está todavía Filocomasia en tu casa?... Por favor, vete y ordénale que pase aquí por el boquete que hemos hecho en la pared medianera lo antes posible, para que la vean en casa mis compañeros de servidumbre; a no ser que ella quiera que todos nosotros, los que somos esclavos, acabemos crucificados, por culpa de su amor... que con sus palabras convenza al esclavo que la ha visto aquí de que no la ha visto en absoluto... Aunque la haya visto cien veces, ella persistirá en negarlo... Diré que ha venido de Atenas aquí la hermana gemela de Filocomasia con un amante suyo...; que ambos están alojados, como huéspedes, en tu casa...
Escéledro, esclavo del militar, dice a Palestrión: "Estoy seguro de haber visto a Filocomasia, la amiga del amo, buscándose la ruina aquí, en la casa del vecino de al lado... Hoy he estado persiguiendo a nuestra mona por el tejado del vecino... y, desde arriba, he mirado casualmente al patio de al lado y he visto a Filocomasia besuqueándose con un joven desconocido ... Lo he visto con mis propios ojos... Ahora ella está en casa del vecino..."
Palestrión entra en casa del militar y sale con Filocomasia, que dice: "Esta noche me ha parecido ver en sueños que mi hermana gemela había venido de Atenas a Éfeso con su amante y que ambos se alojaban, como huéspedes, aquí, en la casa de al lado... Y soñaba también que, a causa de ella, recaían sobre mí las más graves sospechas, pues uno de mis esclavos me acusaba de que yo había estado besándome con otro joven...; he soñado que se me acusaba sin fundamento de esto". Palestrión opina que se debe dar cuenta de esto al militar. Filocomasia añade que ella no está dispuesta a que se la acuse impunemente de algo que no ha cometido.
Al poco tiempo sale Filocomasia de casa del vecino y dice a una esclava: "Pon fuego sobre el altar, para que, rebosante de gozo, prodigue yo alabanzas a la Diana de Éfeso y le dé las gracias ... por haberme salvado en los turbulentos dominios de Neptuno ... Ayer por la tarde llegué de Atenas a Éfeso con mi amante, un joven ateniense ... he oído decir que aquí está mi hermana gemela; he venido a buscarla...". Tras pronunciar estas palabras, entra en casa de Periplectómeno. Poco después, sale Escéledro de casa del militar alterado diciendo que la amiga del amo está, en efecto, en ella, echada en su cama. Palestrión entonces le amenaza: "Me parece que te has metido en un buen lío,... por haberte atrevido a ponerle las manos encima a esta mujer de la casa del vecino...".
Aparece Periplectómeno protestando: "Los esclavos de mi vecino, el militar, se burlan de mí. ¿Es posible que, en plena calle, insulten ... a una mujer a la que tengo como huésped, que vino ayer de Atenas con un huésped mío; a una mujer de nacimiento y de condición libres?... Dice a Escéledro: "¡Por todos los dioses y diosas! Si no se me das una satisfacción por haberme roto todas las tejas de mi tejado, mientras perseguías a esa mona, tan similar a ti, y por haber estado espiando, en mi casa, a mi huésped.... "Mientras tanto, Filocomasia pasa de una casa a otra. Escéledro está perplejo ante la duplicidad de la joven.
Palestrión dice: "Mi amo es un gran especialista en mujeres casadas, como no lo ha habido ni lo habrá jamás, creo yo... Presume de ser más apuesto que Paris y dice que, por eso, lo acosan en Éfeso todas las mujeres... ¿Puedes encontrarme tú una mujer de figura atractiva, cuyo cuerpo sea un dechado de encantos y de malicia, que rebose vitalidad..., y lo más joven posible...? Quiero que me la traigas enseguida a tu casa y la presentes aquí ataviada como si fuera una señora, que se comporte como si fuera tu esposa legítima y simule que se muere de amor por el militar. Debe fingir como que ha dado este anillo a su sirvienta y ésta a mí, para que yo, a mi vez, se lo entregue a él, como si yo hiciera de alcahuete en este asunto". Periplectómeno está dispuesto a colaborar.
Escéledro se ha quedado dormido y le sustituye Lurción, que se ha pasado un poco con el vino, en la vigilancia.
Palestrión se las promete muy felices: "Hoy voy a birlarle al militar su concubina... Mas he aquí que Periplectómeno trae a la mujer que le he encargado. ¡Es realmente muy guapa! ¡Qué distinción en su atavío y sus andares! No parece una golfa.". Periplectómeno explica el asunto a la cortesana Acroteleutia, que viene acompañada de Milfidipa, su esclava: "Si es que no habéis captado todos los detalles de nuestro plan, os repetiré mis instrucciones, para que os enteréis bien... ". Palestrión da sus instrucciones a Acroteleutia: "Quiero que simules que eres la esposa de éste..., que finjas que estás perdidamente enamorada del militar y que hagas como si una esclava tuya y yo mismo fuéramos los mediadores en este asunto..., y como si tu criadita me hubiera traído de tu parte este anillo, para que yo se lo entregue al militar en nombre tuyo...". Yo me voy al foro en busca del militar, le daré el anillo, le diré que me lo ha dado tu mujer y que ésta se muere de amor por él.
Llega Pirgopolinices y Palestrión le da el anillo diciendo: "Recibe tú esta prenda de amor de una mujer encantadora, deliciosa, que está prendada de ti y arde en deseos de poseer a un hombre tan apuesto. Su criada me ha dado este anillo, para que te lo entregue a ti... Es muy joven y está casada con un viejo... Es una mujer encantadora, de elegante figura... Es la única mujer digna de tu hermosura... Se trata de la esposa de Periplectómeno, el vecino de al lado. Se muere de amor por ti y quiere abandonar al viejo, a quien detesta. Me ha encargado que te ruegue y te suplique que le des los medios y la posibilidad...
Milfidipa sigue la corriente a Pirgopolinices. Este sigue en plan fanfarrón y al final apremia a Milfidipa para que haga salir a su ama, Acroteleutia.
"Al militar le entusiasma la aventura amorosa, pero dice que no sabe qué hacer con Filocomasia. Palestrión le comunica que han venido a buscarla a Éfeso su madre y su hermana gemela; le aconseja que regale a Filocomasia las joyas y los vestidos que le haya dado, y que le deje irse a donde le dé la gana. Pirgopolinices pica el anzuelo y ruega a la joven que se vaya con su madre y con su hermana a Atenas.
Mientras tanto, Palestrión dice a Acroteleutia: "Dile que esta casa es tuya, que forma parte de tu dote; que, después de haberos divorciado, el viejo se ha ido... Has de alabar su hermosura, su simpatía, su buena facha, su elegancia,...". Después le dice a Pleusicles: "Tan pronto como ella haya entrado en casa, te presentas tú aquí..., con atuendo de patrón de barco... Ven aquí y haz que llamen a Filocomasia de parte de su madre... Él la animará, al punto, para que se vaya; le dirá que se dé prisa, que no haga esperar a su madre... Yo le diré a Filocomasia que le pida al militar que yo le ayude a llevar al puerto el equipaje. Y yo, desde luego, para que lo sepas, me iré de allí contigo directamente a Atenas".
Se presenta en escena Pirgopolinices, contento de haberse librado de Filocomasia: "He conseguido de Filocomasia todo lo que yo quería y como lo quería ... Le he regalado, sí, le he dado todo lo que me ha pedido, lo que ha querido. También a ti, Palestrión,te concederé la libertad y, además, una gran fortuna, si me consigues la cita con la vecina".
La astuta Acroteleutia se dispone a seducir al militar con sus halagadoras palabras: "Si rehúsa tomarme como esposa, abrazaré sus rodillas, le suplicaré;... si no puedo conseguirlo, me daré la muerte; sé que no puedo vivir sin él".
Llega Pleusicles, disfrazado de patrón de barco, y dice al militar: "Vengo a buscar a Filocomasia de parte de su madre. Está deteniéndonos a todos; queremos hacernos a la mar".
El militar accede a todo. Filocomasia y Palestrión fingen una emotiva despedida de él.
Poco después de la partida de ambos, llega un esclavo y dice a Pirgopolinices. "Mi ama te suplica que entres. Te quiere, te desea, te espera ansiosa. Consuela a tu amante". Entra en la casa Pirgopolinices y el esclavo prosigue: "Él mismo ha quedado prendido en las redes. Dentro se le ha preparado la emboscada. Al acecho está el viejo, dispuesto a arrojarse sobre ese seductor, tan orgulloso de su propia belleza, ... Ya oigo el griterío que se ha armado ahí dentro".
Periplectómeno ordena a sus esclavos: "Lleváoslo; si no os sigue por las buenas, arrojadlo fuera en volandas. Colgadlo y ponedlo bien esparrancado... Carión, procura que esté bien afilado el cuchillo... Que antes se le dé una buena tanda de palos... ¿Por qué has osado acariciar a la mujer de otro, sinvergüenza?... Que se le dé otra paliza; después, creo que ya puede irse". Carión, el cocinero, exige al militar: "Danos una moneda de oro..., para que te dejemos hoy salir de aquí con tus testículos a salvo". Pirgopolinices pregunta por Filocomasia. Le dicen que todos se han largado con viento fresco y navegan ya rumbo a Atenas.